Una premisa del camino del guerrero será discutida en cada una de nuestras ediciones. Esta es la primera premisa del camino del guerrero, según la forma en que don Juan Matus la enseñó a sus discípulos. Parece ser una declaración tautológica: la reafirmación de lo obvio; algo así como decir que un hombre calvo es aquel que no tiene pelo, pero no es una tautología lo que tenemos aquí. En el mundo de los brujos, se refiere al hecho de que somos organismos cuya orientación básica es percibir. Somos perceptores, y esa, según los brujos, es la única fuente desde la cual podríamos establecer nuestra estabilidad y obtener nuestra orientación en el mundo.
Don Juan Matus dijo a sus discípulos que los seres humanos, como organismos, realizan una maniobra estupenda que, desafortunadamente, le da a la percepción una falsa fachada; toman el influjo de energía pura y lo convierten en datos sensoriales, que interpretan siguiendo un estricto sistema de interpretación que los brujos llaman la forma humana. Este acto mágico de interpretar la energía pura da lugar a la falsa fachada: la peculiar convicción de nuestra parte de que nuestro sistema de interpretación es todo lo que existe. Don Juan explicó que un árbol, tal como lo conocemos, es más interpretación que percepción. Dijo que para nosotros, para tratar con el árbol, todo lo que necesitamos es un vistazo superficial que apenas nos dice nada. El resto es un fenómeno que describió como el llamado del intento: el intento del árbol, es decir, la interpretación de los datos sensoriales pertenecientes a este fenómeno específico que llamamos árbol. Y al igual que este ejemplo, el mundo entero para nosotros está compuesto de un repertorio interminable de interpretaciones donde nuestros sentidos juegan un papel mínimo.
Los brujos sostienen que los seres humanos son el tipo de organismos que necesitan un aporte mínimo de percepción pura para crear su mundo o, que perciben solo lo suficiente para servir a su sistema de interpretación. Afirmar que somos perceptores es un intento por parte de los brujos de empujarnos de vuelta a nuestro origen; de empujarnos de vuelta a lo que debería ser nuestra postura original: percibir.
(Carlos Castaneda, El Camino del Guerrero – Un Diario de Hermenéutica Aplicada)