Aquí hay dos preguntas que nos gustaría abordar en este artículo. La primera es:
«¿Cuándo veré? He estado practicando Tensegridad constantemente y he recapitulado todo lo que puedo. ¿Qué sigue?»
Ver la energía tal como fluye en el universo ha sido la meta principal de los brujos desde el comienzo de su búsqueda. Durante miles de años, según don Juan, los guerreros se han esforzado por romper el efecto de nuestro sistema de interpretación para poder percibir la energía directamente. Para lograr esto, desarrollaron, a lo largo de los milenios, pasos muy exigentes. No queremos llamar a estas etapas «praxis» o «procedimientos», sino más bien «maniobras«. El camino del guerrero es, en este sentido, una maniobra constante, dirigida a apoyar a los guerreros para que puedan cumplir la meta de ver directamente la energía.
Dado que las diversas premisas del camino del guerrero se discuten en cada tema de este diario en la sección llamada «El camino del guerrero como un paradigma filosófico-práctico», se hará obvio que los esfuerzos de los brujos han sido y están dirigidos a anular la predominancia de la autoimportancia como el único medio para suspender los efectos de nuestro sistema de interpretación. Los brujos tienen una explicación sobre la suspensión de esos efectos, a lo que llaman «parar el mundo«. Cuando alcanzan este estado, ven la energía directamente.
La razón por la cual don Juan aconsejó abstenerse de centrarse en las «praxis» y las rutinas es porque, junto con practicar Tensegridad, recapitular o seguir el camino del guerrero, los practicantes deben intentar su transformación; deben intentar parar el mundo. Por lo tanto, no es simplemente seguir los pasos lo que cuenta; lo de suprema importancia es intentar el efecto de seguir estos pasos.
«¿Me estás haciendo algo a través de la Tensegridad? Hoy sentí algo moviéndose en mi espalda y tengo miedo. Dejé de hacer Tensegridad hasta que aclares esto.»
Esta ha sido nuestra experiencia, que la mayoría de las personas racionales, como abogados, por ejemplo, o psicólogos, nos han preguntado al respecto. Hace algunos años, Florinda Donner-Grau le hizo la siguiente afirmación en español a una de sus amigas, una mujer muy culta y seria: «Eres tan linda que te queremos robar». En español, esta frase es completamente correcta como una expresión de cariño.
Florinda no vio a su amiga hasta un año más tarde, cuando ella le comunicó a Florinda que tenía que verla por consejo de su psiquiatra. Quería confrontar a Florinda y a su grupo después de un año de análisis motivado por obsesiones, sueños recurrentes en los que una fuerza inhumana intentaba apartarla de su familia y de sus amigos cercanos. En su mente, esa fuerza inhumana era, obviamente, Florinda Grau y su grupo.
Nada de esto es nuevo para nosotros. Cada uno de nosotros ha tenido el mismo sentimiento y ha hecho la misma pregunta a don Juan Matus en diversos grados de aspereza. Todos sentimos algo moviéndose en nuestra espalda. Don Juan dijo que era un músculo agradecido por haber sido alimentado con oxígeno por primera vez, después de haber realizado los pases mágicos. Nos aseguró a cada uno de nosotros, quejumbrosos y autoimportantes, que nos necesitaba como quien necesita un agujero en la cabeza. Nos recordó que tenía citas diarias con el infinito; citas de las que debía encargarse en un estado mental de profunda relajación y pureza, y que influir en los demás no era de ninguna manera parte de esa necesaria relajación y y pureza. Nos señaló que la idea de que estábamos siendo manipulados por alguna fuerza maligna que nos tenía por el cuello, como conejillos de indias, era producto de nuestra costumbre de toda la vida de deleitarnos siendo víctimas. Solía reprendernos con un tono burlón de desesperación: «Él me lo está haciendo, y no puedo evitarlo».
La recomendación que don Juan nos dio, considerando nuestros miedos a ser indebidamente influenciados, fue una especie de parodia de la agitación política de los años sesenta, cuando la siguiente afirmación era una especie de máxima de la actividad política de aquellos tiempos: «En caso de duda, quema». Don Juan alteró la máxima a: «En caso de duda, sé impecable«.
Hoy en día, comprendemos la posición de don Juan cuando dijo: «Es imposible realizarse, lleno de temor, ideas equivocadas y mal proceder, cuando la verdadera meta de la brujería es: una jornada hacia el infinito«. Cuando escuchamos nuestras viejas quejas exclamadas por alguna otra persona, nuestro acto de impecabilidad es asegurar a quien se queja que estamos en busca de la libertad y que la libertad es libre; libre en el sentido de que es gratuita y libre en el sentido de no poseer la asombrosa fascinación obsesiva e infundada de la autoimportancia.
(Carlos Castaneda, Diario de Hermenéutica Aplicada)