Un tonal pleno es un tonal que logra mantener la atención sobre toda su isla. Pero mientras exista una aversión o un enfoque exclusivo y obsesivo sobre uno o más ítems de la isla, la atención del tonal se fragmenta, se divide, se vuelve conflictiva.
En una atención así, que en el nagualismo es llamada la primera atención, y que nosotros llamamos simplemente ‘atención’, la energía se proyecta totalmente en la pantalla de la percepción, en las paredes del capullo, en nuestro entorno. El tonal personal se vuelve sujeto a las circunstancias externas, o más precisamente, a la INTERPRETACIÓN QUE HACE de las circunstancias externas, que están en constante cambio, y así el tonal tampoco es nunca el mismo.
Y en ese estado, la tendencia es que la atención se convierta en presa accesible para el volador (mente voladora), ya que este puede manipular la interpretación que el tonal hace de las cosas en la medida en que esté lo suficientemente distraído como para tomar los pensamientos que pasan por su mente como propios. En consecuencia, como la energía sigue a la atención, la energía se desplaza hacia la periferia de la percepción y el resultado es una sensación de agotamiento de la energía contenida en los centros vitales del cuerpo físico y el apego creciente a las circunstancias.
De ahí surge para la guerrera y el guerrero la práctica y el desafío inevitable de LIMPIAR su isla del tonal, lo que también se llama «cortar las cien cabezas de la importancia personal».
La tarea consiste en vaciarse de la importancia que se le ha dado a cada uno de esos ítems, cada uno de ellos un reflejo de un aspecto de la importancia que uno se da a sí mismo, personalmente. Vaciarse de cada una de esas importancias es una pequeña muerte, renunciar a un pequeño capricho, morir a una pequeña cosa en la que se insistía.
Las técnicas del arte del acecho (espreita) enseñadas por el linaje de don Juan para limpiar la isla del tonal son:
- Asumir la responsabilidad por nuestros actos, que nos llevaron a esta situación problemática de darle importancia a este asunto.
- Usar a la muerte como consejera, para poner en perspectiva la importancia real de este asunto ante la inevitabilidad de nuestra propia muerte personal.
- Abandonar la importancia personal, es decir, percibir directamente que lo que está detrás de este conflicto es el sentimiento de que somos importantes para nosotros mismos, y estar deliberadamente dispuesto/a a renunciar a esa idea.
- La recapitulación: ir a la memoria raíz de esa obsesión y aplicar el poder de la respiración para deshacer el nudo energético creado allí.
Existe además la estrategia del guerrero, cuyo elemento principal es el pequeño tirano: usar relaciones desafiantes, voluntariamente, como un espejo, para comprender y liberarse de las creencias sobre uno mismo que llevan a patrones desgastantes de defensa de la autoimagen.
Dentro de esto, hay una técnica usada en nuestro linaje, que es semejante a una técnica llamada en el Cuarto Camino «sufrimiento voluntario», que aplicamos de la siguiente manera: se trata de no huir del sufrimiento causado por un conflicto, ni intentar ignorarlo, o combatirlo con pensamientos positivos, o intentar destruirlo, sino recibirlo, darle espacio, para sostener la sensación de este en el cuerpo. Pues es la tensión interna causada por este sufrimiento la que genera la fuerza motriz necesaria para aplicar las demás técnicas y deshacer la importancia dada al asunto que está detrás de la tensión (si por el contrario simplemente «descargamos la tensión», la tendencia es volver a repetir el mismo ciclo una y otra vez y «atascarse» en ese punto andando en círculos). La economía de la energía sexual también tiene el mismo efecto de presionar los bloqueos en el flujo de nuestra energía, y esta presión interna suele sentirse como ansiedad e inquietud.
El resultado de estas prácticas es llevar a adquirir una ecuanimidad natural y no forzada con relación a los ítems con los que antes se estaba obsesionado, positiva o negativamente.
Estas llevan a retirar esos ítems a los que damos importancia del lado izquierdo de nuestra isla —el lado de nuestra voluntad— y reubicarlos en el lado derecho —el lado de la razón; en otras palabras, dejamos de hacer de aquello una cuestión personal (fazer questão), y aquello se convierte en un ítem más como cualquier otro en nuestra isla.
Es un proceso que puede llevar poco o mucho tiempo para llegar a un punto de vaciamiento adecuado que permita intentar el despertar del huevo luminoso.
La guerrera/el guerrero se va volviendo cada vez menos reactivo/a, más centrado/a, menos compasivo/a con sus caprichos. Su atención cada vez menos dividida, más silenciosa, y cada vez más raros los momentos en que surge un asunto que engancha y desata su obsesión. Su isla se vuelve cada vez más vacía (de importancias), cada vez más sobria, lúcida, plena.
Esta atención libre abre las condiciones para que el lado izquierdo, vacío, se aceche a sí mismo. Y es este acecho de sí —diferente del acecho de sí por el lado derecho— la base para que el nagual comience a despertar.
— J Christopher