La Claridad es la estabilidad de nuestra visión del mundo, y es la confianza en esa estabilidad.
Así, cuando alguien conquista la Claridad, y se deja conquistar por ella, comienza a tener la sensación de ver las cosas cada vez más claramente. El mundo se vuelve claro.
La Claridad es nuestra capacidad de fijar el punto de encaje en una determinada manera de ver el mundo.
Esto da lugar a una convicción que aleja lo desconocido y el miedo a ello.
Naturalmente, el mundo tiene una coherencia dentro de esa visión, y con ello surge la sensación de seguridad de poder prever el curso de las cosas.
Cuanto más nos entregamos a la claridad mental, más convencidos quedamos de nuestra visión del mundo. Más seguros quedamos de tener la razón, y de entender y ver la realidad de forma más acertada que los demás.
En un punto extremo podemos empezar a creer que somos sobrios e imparciales, y que todos los que no ven lo que nosotros vemos están equivocados, ignorantes, ciegos o ilusionados.
Con ello, nos volvemos impacientes y precipitados, guerreros valientes e intrépidos, o personas que terminan haciendo el papel de payaso, como dice el nagual Juan Matus.
La Claridad es un enemigo altamente desafiante, porque no existe motivo para dudar de ella: nuestras convicciones sobre la realidad parecen confirmarse en nuestras experiencias. Y así nos convencemos cada vez más de que no tenemos motivos para dudar de nosotros mismos, hasta que nos quedamos ciegos a otras posibilidades del punto de encaje y no vemos nada más que nuestras propias certezas.
Seremos claros hasta morir, no volveremos a ser dominados por el Miedo, pero no aprenderemos más y no avanzaremos realmente más en dirección al Conocimiento.
La manera de desafiarla, como indican los antiguos, es dudar activamente de la Claridad. Considerarla casi como si fuera un engaño. Medir cuidadosa y atentamente nuestras expectativas antes de tomar decisiones y actuar. Y usarla solo para observar, pero no para sacar conclusiones respecto a las cosas.
Actuando así, tomaremos más conciencia de nuestras expectativas tanto positivas como negativas. Y podremos percibir la relación existente entre nuestras expectativas dominantes y nuestras experiencias.
Una de las características de la entrega a la Claridad es el propio miedo a perder la Claridad, el miedo a poner en duda la veracidad de nuestra visión del mundo. Por eso, proyectamos la responsabilidad por nuestras experiencias negativas en los demás. Pero al desafiarla, percibiremos mejor con el tiempo la relación entre nuestras experiencias negativas y nuestras expectativas negativas que antes elegíamos ignorar, de las cuales no tomábamos conciencia.
Eventualmente, llegará el momento en que nos daremos cuenta de lo que los toltecas llaman el «espejo de la percepción».
Percibiremos que lo que está y estuvo en juego durante todo este tiempo no era tener la razón, sino simplemente el hecho de que nuestras propias convicciones se nos reflejan.
Como dijo el nagual Juan Matus, el mundo que percibimos es un reflejo en las paredes de nuestra burbuja. Y lo que se está reflejando es nuestra propia visión del mundo. La interpretación en la que, consciente o no, estamos eligiendo creer.
Percibiremos que, conforme nuestra propia convicción y posición del punto de encaje cambia, las experiencias también cambian. Percibiremos que la realidad que vemos no es la misma para todos. Que los otros seres también están experimentando sus convicciones siendo reflejadas para sí mismos, de forma tan real como nosotros mismos. Que existe una versión de mundo diferente ocurriendo para cada persona diferente, en cada burbuja diferente. Que el mundo se estaba mostrando de acuerdo con nuestras convicciones no porque estuviéramos en lo cierto al respecto, sino porque a través de ellas estábamos intentando una determinada posición de punto de encaje y un determinado flujo de experiencias.
Y a medida que tomamos conciencia de que la manera como manejamos nuestro vínculo con el Intento es quien está determinando nuestra experiencia de realidad, nuestra Claridad naturalmente perderá el mando. Percibiremos que ella era solo un punto ante la vista. Una realidad posible entre muchas otras. Y a través de esa comprensión, las alas de la percepción comenzarán a abrirse, y esas muchas otras realidades estarán a nuestro alcance. Habremos llegado finalmente al Poder.
Nota: Muchos confunden Claridad con Lucidez, o el propio Conocimiento Silencioso, la conciencia del vínculo con el Espíritu. Son cosas muy diferentes. El Conocimiento Silencioso es el Conocimiento mismo que hace de un hombre o mujer, una mujer o un hombre de Conocimiento.
— J Christopher