Examinando a los enemigos en el camino del conocimiento – Parte 1: El miedo

El camino del conocimiento ES el camino de la conciencia.

Antes de adentrarse en el camino, vivimos en una especie de automatismo.

Y cuando elegimos dar el primer paso consciente hacia el conocimiento, el primer adversario del camino se presenta: el Miedo.

El Miedo ya estaba allí, asomando siempre que lo desconocido se insinúa.

Por eso el tonal, al principio, busca mantener lo desconocido —la puerta del nagual— tan cerrada como sea posible. Entra en una lucha por tener control de todo. Por encajar todo en lo conocido.

El Miedo amenaza a la distancia. Se acerca y se engrandece a través de nuestra imaginación, que proyecta en el espejo de lo desconocido el Miedo que ya estaba en el subconsciente.

En esta lucha por evitar el Miedo, solo se logra volverse menos consciente de él. Pero los efectos se sienten en el día a día: en la ansiedad, en la tensión, en el intento de controlar las cosas, en pesadillas, en una serie de emociones negativas que muestran que un conflicto está sucediendo dentro del tonal.

Cuando nos entregamos al Miedo, cuando nos entregamos a creer en él y a no desafiarlo, crece en tamaño, y el miedo al Miedo nos paraliza.

Y entonces no logramos dar nuevos pasos en el camino del conocimiento. Buscamos refugio en lo conocido. Y el precio de esto es aceptar vivir bajo las riendas del miedo constante y subconsciente. El tonal se convierte, en palabras del nagual Juan Matus, en un guardián mezquino y tiránico. Nos convertimos en personas amedrentadas u opresores.

El Miedo puede parecer el adversario más terrible de todos, pero la forma de desafiarlo es simple:

Cuando lo desconocido se presenta, tenemos que sentir miedo y sin embargo dar un paso. Uno a la vez. Estaremos plenamente presentes y alertas, observando, sintiendo plenamente miedo, sintiendo la amenaza inminente del miedo, tal vez con ganas de salir corriendo, de cerrar los ojos, incluso de desmayarse de miedo, o de intentar ahuyentarlo con ira, pero basta con esto: respirar, observar con atención, sentir esa intensidad, y proseguir, aun sintiendo miedo, un paso a la vez.

No se trata de intentar no sentir miedo. Eso solo aumenta el miedo.

Es como sentir un baño de intensidad por el cuerpo contra el cual no se resiste.

Actuando así, desafiamos el miedo. Lo sentimos totalmente, y sin embargo, no creemos totalmente en él, y nos mantenemos presentes.

Cada vez, con cada desafío, un poco más. Sin frustrarse ni entregarse a un sentido de derrota cuando no soportamos la intensidad. Un segundo más cada vez, cuenta. Lo principal es la elección de desafiar el miedo.

Cuando hacemos esto, en un cierto punto, finalmente percibiremos que el Miedo cede. Algo dentro de nosotros que sobrepasa el miedo comienza a fortalecerse: nuestra Claridad.

Con cada paso que damos aun sintiendo Miedo, estamos fortaleciendo gota a gota una cierta confianza en la estabilidad de nuestra propia percepción. Y esa confianza termina por alejar el Miedo.

J Christopher

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