Ensoñar no es algo imposible, es un tipo de meditación profunda

Hacia el final de la conferencia, dio una definición que me pareció muy importante, porque tocaba un tema que yo consideraba delicado. Dijo:

«Ensoñar no es imposible, es sólo una especie de meditación profunda».

Llevaba años practicando unos ejercicios espirituales llamados «meditación». Estas prácticas eran bastante diferentes de lo que Carlos proponía, tanto en la forma como en los resultados. En cuanto tuve ocasión, le pedí que me aclarara las diferencias entre el concepto de sueño y el de meditación.

Me contestó: «Lo que preguntas es difícil, porque no hay forma de meditar sin ensoñar; ambos términos describen el mismo fenómeno».

«Entonces, ¿por qué mis ejercicios no produjeron nada de lo que mencionaste?»

«Será mejor que respondas a eso tú mismo. En mi opinión, lo que has practicado hasta ahora no es meditación, sino una especie de autosugestión. La gente suele confundir las dos cosas, que, para un brujo, no son lo mismo.

Aquietar la mente no es meditación, sino somnolencia. En cambio, soñar es algo dinámico; es la consecuencia de un proceso de concentración sostenida, que implica una verdadera batalla contra nuestra falta de atención. Si sólo fuera el resultado de un embotamiento de los sentidos, a los practicantes no se les llamaría «guerreros».

Un soñador puede ser la encarnación misma de la ferocidad o parecer profundamente tranquilo, pero nada de eso importa realmente porque no se identifica con sus estados mentales. Sabe que cualquier sensación definida no es más que una fijación del punto de ensamblaje».

(Armando Torres, Encuentros con el Nagual)

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