Se afirmó anteriormente que, para don Juan y los otros practicantes como él, un brujo era cualquier persona que, a través de la disciplina y el propósito, era capaz de interrumpir los efectos del sistema de interpretación que usamos para construir el mundo que conocemos. Los brujos sostienen que la energía en general se transforma en datos sensoriales y estos datos sensoriales son interpretados como el mundo cotidiano. Un brujo es, por lo tanto, una maniobra de interferencia; una maniobra a través de la cual un flujo es interrumpido. Para los brujos, la brujería no tiene nada que ver con encantamientos y rituales, que son meras concatenaciones dirigidas a oscurecer a propósito su verdadera naturaleza y objetivo: la ampliación de los parámetros de la percepción normal.
Para don Juan Matus, los practicantes de brujería eran guerreros que luchaban por retomar sus atributos de percepción a un origen que está más abarcado que la percepción establecida en la vida diaria. Él llamó a este tipo de luchador «guerreros guardianes», y dijo que todos los practicantes como él eran guerreros guardianes. Guerreros guardianes era, para él, un sinónimo de brujo.
Lo único que diferencia a un guerrero guardián de otros guerreros es el hecho de que una meta específica o propósito fue designado para algunos de ellos, y no para los demás. Un caso en cuestión es, por ejemplo, las tres Chacmools, conocidas por los participantes de los seminarios y talleres de Tensegridad. Su propósito específico era guardar al otro guardián y, como una unidad, enseñar Tensegridad.
Circunstancias fuera del control de cualquiera surgieron en este escenario y las reacciones de aquellas tres guerreras guardianas hicieron imperativo disolver su configuración. Don Juan ya había advertido a sus discípulos que quienquiera que siguiera el camino del guerrero se sometería a los efectos de la energía, la cual abre el camino o lo cierra. Él insistió en que sus discípulos tuvieran la valentía de obedecer los preceptos de la energía y no intentar comandarla por medio de la imposición de su voluntad.
Cuando un practicante alcanza un estado de profunda sobriedad, no hay ningún tipo de engaño al leer los comandos de la energía. Es como si la energía fuera viva y consciente, dando manifestaciones de su voluntad. Ir contra sus comandos significa un riesgo innecesario, pagado caro por los practicantes cuando, debido a la ignorancia o el capricho, se niegan a seguir las indicaciones de la energía. El presente formato de los guerreros guardianes que sustituye a las Chacmools fue seleccionado por la propia energía. Este nuevo formato es llamado los «Rastreadores de Energía». Al principio, cuando la formulación se presentó, los Rastreadores de Energía fueron llamados, por un momento, «Exploradores» (Pathfinders). La creencia era que los Exploradores descubrirían nuevos caminos, nuevos procedimientos y nuevas soluciones. El hecho de trabajar juntos hizo aparente que lo que estaban haciendo era rastrear energía.
La explicación sobre el rastreo de energía dada por don Juan era algo confusa al principio. Pero se volvió cada vez más clara con el paso del tiempo, hasta que alcanzó un grado de obviedad al punto de la redundancia.
«Rastrear energía es ser capaz de seguir la línea tenue que la energía deja así que fluye», explicaba don Juan. «No todos somos rastreadores de energía; sin embargo, surge un momento en la vida de cada practicante cuando puede seguir el flujo de la energía, incluso si lo hace de manera torpe. Entonces yo podría decir que algunos guerreros son rastreadores de energía más elegantes que otros porque su propensión es rastrearla».
La sutileza de su explicación hizo que me resultara muy difícil, incluso, concebir a qué se refería. Más tarde me hice un conocedor más agudo sobre lo que don Juan tenía en mente. Mi cambio de conciencia fue, primeramente, una vaga sensación, derivada principalmente de la curiosidad intelectual, que afirmó ser razonable aceptar que la energía, aunque yo no supiera de qué energía se trataba, debía dejar una pista. A medida que mi involucramiento con el mundo de don Juan Matus se volvía más intenso, me convencí de que todos estos conceptos estaban basados en observaciones directas hechas en un nivel incomprensible para mi conciencia rutinaria.
Don Juan explicó mis cuestionamientos y sensaciones como una consecuencia natural de un silencio interior que gradualmente aprendí a conquistar.
«Lo que estás sintiendo es el flujo de energía», me dijo don Juan. «Es como una suave carga eléctrica, o como un extraño hormigueo en tu plexo solar, o encima de tus riñones. No es un efecto visual, aunque todos los brujos que conozco hablan de ello como ver la energía. Te contaré un secreto. Yo nunca he visto la energía. Yo solo la siento. Mi ventaja es que nunca he intentado explicar lo que siento. Simplemente siento lo que sea que sienta, y eso es todo».
Sus afirmaciones fueron una revelación para mí. Me ocurrió sentir lo que él estaba describiendo. A partir de ese punto pasé a la aceptación de esos nuevos sentimientos como eventos en mi vida sin intentar explicarlos por una relación de causa y efecto.
Sobre el tópico de rastrear energía, don Juan también dijo que podría formarse un nexo entre los guerreros guardianes debido a la gran aproximación entre ellos; y que los miembros de tal nexo podrían mostrar muy bien una memorable capacidad de rastrear energía. Tal evento aconteció entre nosotros después del colapso de las Chacmools. Y un nuevo formato surgió; un grupo de guerreros guardianes se volvió, casi de repente, extrañamente capaz de rastrear energía. Esa capacidad se manifestó por su extraño nerviosismo y por su agilidad para aferrarse a nuevas situaciones con misteriosa seguridad. Si se usara el argot moderno, podría decirse que los rastreadores de energía son «canalizadores» por excelencia. Pero la idea de canalizar implica un cierto grado de voluntad por parte del practicante, el cual, como el término describe, canaliza cosas dentro de sí mismo o misma. Los rastreadores de energía, por otro lado, no imponen su voluntad. Ellos simplemente permiten que la energía se revele a ellos.
(Carlos Castaneda, Diario de Hermenéutica Aplicada)