La tercera premisa del camino del guerrero es: LA PERCEPCIÓN DEBE SER INTENTADA EN SU COMPLETITUD. Don Juan dijo que la percepción es percepción, y que está vacía de bondad o maldad. Presentó esta premisa como uno de los componentes más importantes del camino del guerrero, la disposición esencial que todos los brujos deben mantener. Sostenía que, dado que la premisa básica del camino del guerrero es que todos somos percibidores, todo lo que percibimos debe ser catalogado como percepción per se, sin infligirle ningún valor, positivo o negativo.
Mi inclinación natural era insistir en que el bien y el mal debían ser condiciones inherentes al universo; debían ser esencias, no atributos. Cada vez que le presentaba mis argumentos a don Juan, que eran afirmaciones involuntarias, él señalaba que mis argumentos carecían de alcance, que eran dictados meramente por los caprichos de mi intelecto, así como por mi afición a definir mi organización sintáctica.
«Usted es solo palabra», solía decir, «palabras organizadas en un orden agradable; un orden que concuerda con las visiones de su tiempo. Lo que yo le di no son solo palabras, sino referencias precisas de mi libro de navegación.»
La primera vez que mencionó su libro de navegación, me sentí muy convencido de lo que pensé que era una metáfora, y quise saber más al respecto. Todo lo que don Juan me decía en aquellos días, lo tomaba como una metáfora. Encontraba sus metáforas extremadamente poéticas y nunca perdía la oportunidad de comentarlas.
«¡Un libro de navegación! ¡Qué bella metáfora, don Juan!», le dije en aquella ocasión.
«¡Metáfora, nada!», dijo. «Un libro de navegación de un brujo no se parece en nada a su mundo de combinación de palabras.»
«¿Qué es entonces, don Juan?»
«Es un diario de bitácora. Es un registro de todas las cosas que los brujos perciben en su viaje hacia el infinito.»
«¿Es un registro de lo que todos los brujos de su linaje perciben, don Juan?»
«¡Claro! ¿Qué más podría ser?»
«¿Lo mantiene solo en su memoria?»
Cuando hice esa pregunta, estaba pensando, naturalmente, en la historia oral, o en la habilidad de mantener los relatos en forma de historias, especialmente de las personas que vivieron en tiempos anteriores al lenguaje escrito, o personas que vivieron en los márgenes de la civilización en la edad moderna. En el caso de don Juan, pensé que un registro de esa naturaleza tenía que tener una extensión monumental.
Don Juan parecía ser consciente de mi razonamiento. Se rió antes de responderme. «¡No se trata de una enciclopedia!», dijo. «Es un registro corto y preciso. Lo familiarizaré con todos los tópicos y verá que hay poco que usted o cualquier otra persona podrían añadir, en general.»
«No puedo concebir cómo podría ser corto, don Juan, si es la acumulación de todo el conocimiento de su linaje», insistí.
«En el infinito, los brujos encuentran pocos puntos esenciales. Las permutaciones de esas cuestiones son infinitas, pero como espero que usted encuentre algún día, estas permutaciones no son importantes. La energía es extremadamente precisa.»
«Pero, ¿cómo pueden los brujos diferenciar las permutaciones de las cuestiones esenciales, don Juan?»
«Los brujos no se concentran en las permutaciones. Cuando están listos para viajar por el infinito, de la misma manera, están listos para percibir la energía como fluye en el universo, y lo más importante de todo, son capaces de reinterpretar el flujo de energía sin la intervención de la mente.»
Cuando don Juan manifestó, por primera vez, la posibilidad de interpretar los datos sensoriales sin la ayuda de la mente, me resultó muy difícil de concebir. Don Juan estaba definitivamente consciente de mi sucesión de pensamientos.
«Usted está tratando de comprender todo en términos de su razón», dijo, «y esa es una tarea imposible. Acepte la simple premisa de que la percepción es percepción, un vacío de complejidades y contradicciones. El libro de navegación del que le hablo consiste en aquello que los brujos perciben cuando están en un estado de silencio interno total.»
«Lo que los brujos perciben en un completo estado de silencio es ver, ¿no es así?», pregunté.
«No», dijo firmemente, mirándome directamente a los ojos. «Ver es percibir la energía como fluye en el universo, y eso ciertamente es el comienzo de la brujería, pero la gran preocupación de los brujos es percibir. Como ya le dije: percibir, para los brujos, es interpretar el flujo directo de energía sin la influencia de la mente. Esta es la razón por la cual el libro de navegación es tan escueto.»
Don Juan entonces esbozó un esquema de brujería completo, aunque yo no entendí una palabra de aquello. Me llevó el periodo de una vida entera cambiar de opinión a fin de lidiar con lo que él me dijo en aquel tiempo:
«Cuando alguien está libre de la mente», dijo — una de las cosas más incomprensibles para mí — «la interpretación de los datos sensoriales ya no es un asunto que se dé por sentado. La totalidad del cuerpo contribuye a que esto suceda; el cuerpo como un conglomerado de campos de energía. La parte más importante de esta interpretación es la contribución del cuerpo energético, el cuerpo doble en términos de energía; una configuración de energía que es la imagen espejada del cuerpo como una esfera luminosa. La interpretación entre los dos cuerpos resulta en una interpretación que no puede ser buena o mala, correcta o incorrecta, sino una unidad indivisible que tiene valor solamente para aquellos que caminan hacia el infinito.»
«¿Por qué eso no tendría valor en nuestra vida diaria, don Juan?», pregunté.
«Porque cuando los dos lados del hombre, su cuerpo físico y su cuerpo de energía, están unidos, el milagro de la libertad ocurre. Los brujos dicen que en aquel momento percibimos aquello por razones extrañas a nosotros por habernos detenido en nuestra jornada de la conciencia. Esta jornada interrumpida comienza nuevamente en el momento del ingreso.»
«Una premisa esencial del camino del guerrero es, por lo tanto, que la percepción debe ser intentada en su completitud; es decir, la reinterpretación de la energía inmediata tal como fluye en el universo debe ser hecha por un hombre en posesión de sus dos partes esenciales: cuerpo y cuerpo energético. Esa reinterpretación, para los brujos, es integral y, como usted entenderá algún día, debe ser intentada.»
(Carlos Castaneda, Diario de Hermenéutica Aplicada)
