Los brujos del antiguo México, quienes descubrieron y desarrollaron los pases mágicos en los que se basa la Tesengridad, sostenían, como explicó don Juan, que la ejecución de esos pasos prepara y conduce al cuerpo a la percepción trascendental: la percepción de que, como un conglomerado de campos de energía, los seres humanos están unidos por una vibración, una fuerza vinculante que une esos campos de energía individuales en una unidad cohesiva y concisa.
Don Juan Matus, al familiarizarme con las proposiciones de aquellos brujos de la antigüedad, enfatizó incesantemente que la ejecución de los pases mágicos era, hasta donde él sabía, la única manera de sentar las bases para alcanzar la plena consciencia de esa fuerza vibratoria vinculante; algo que ocurre cuando se internalizan y se ponen en práctica todas las premisas del camino del guerrero.
Fue su habilidad como maestro la que materializó esas premisas; En otras palabras, abordó las premisas del camino del guerrero de tal manera que nos fue posible a mí y a otros discípulos transformarlas en unidades en nuestra vida cotidiana.
Su afirmación era que esta fuerza vibratoria y vinculante que une los conglomerados de campos de energía que somos es aparentemente similar a lo que los astrónomos modernos creen que ocurre en el núcleo de todas las galaxias del cosmos. Creen que allí, en sus núcleos, una fuerza de energía incalculable mantiene a las estrellas de la galaxia en su lugar. Esta fuerza, llamada agujero negro, es una construcción teórica que parece ser la explicación más razonable de por qué las estrellas no se salen de sus órbitas, impulsadas por su propia velocidad de rotación.
El hombre moderno ha descubierto, a través de la investigación científica, que existe una fuerza unificadora que mantiene unidos los elementos que componen el átomo. Por la misma razón, los elementos que componen las células se mantienen unidos por una fuerza similar que parece impulsarlos a combinarse en tejidos y órganos concretos e individuales. Don Juan decía que los brujos del antiguo México sabían que los seres humanos, considerados como un conglomerado de campos de energía, están unidos no por una envoltura o vínculo energético, sino por una vibración que da vida a todas las cosas y las coloca en su lugar; una energía, una fuerza vibratoria, un poder que consolida esos campos de energía en una unidad energética singular.
Don Juan explicó que aquellos brujos, mediante sus prácticas y disciplina, se volvieron capaces de manejar la fuerza vibratoria, pues eran plenamente conscientes de ella. Su pericia en el manejo de esta fuerza llegó a ser tan extraordinaria que sus acciones se transformaron en leyendas, sucesos mitológicos que solo existen en fábulas. Por ejemplo, una de las historias que don Juan me contó sobre los antiguos brujos era que eran capaces de disolver su masa física simplemente dirigiendo toda su consciencia e intención hacia esa fuerza.
Don Juan afirmaba que, si bien eran capaces de atravesar la cámara oscura si lo consideraban necesario, nunca estaban satisfechos con los resultados de su maniobra de disolver sus masas. La razón de su descontento residía en que, una vez disuelta su masa, también lo hacía su capacidad de actuar. No les quedaba otra alternativa que presenciar acontecimientos en los que no podían participar. Su continua frustración por no poder actuar se convirtió, según don Juan, en su defecto fundamental: su obsesión por descubrir la naturaleza de la fuerza vibratoria, una obsesión impulsada por su concreción, que los llevaba a desear dominarla y controlarla. El deseo ardiente de estos hombres era atacar la condición espectral de la naturaleza desprovista de masa, algo que don Juan afirmaba que jamás podría lograrse.
Los practicantes actuales, herederos culturales de aquellos antiguos brujos, han descubierto que no es posible concebir esa fuerza vibratoria de forma concreta y utilitaria, por lo que han optado por la única alternativa racional: tomar conciencia de esa fuerza sin otro propósito a la vista que la elegancia y el bienestar que brinda el conocimiento.
La única instancia permisiva que Don Juan concedió para el uso del poder de la fuerza vibratoria de aglutinación fue su capacidad de hacer que los brujos ardieran interiormente al llegar el momento de partir de este mundo. Don Juan dijo que es muy sencillo para los brujos depositar la totalidad de su conciencia en la fuerza del apego con la intención de quemarse, y así se van, como un soplo de viento.
(Carlos Castaneda, Lectores de Infinito, Diario de Hermenéutica Aplicada)