El Lado Activo del Infinito – Sombras de Lodo
En este último capítulo del libro, don Juan le presenta a Castaneda lo que él llama el «tema de los temas»: un predador de las profundidades del cosmos que ha tomado el control de la vida humana. Explica que los hechiceros pueden ver a estos seres como sombras oscuras y fugaces, a las que anima a Castaneda a percibir. Según don Juan, estos predadores, o «voladores», consumen la «capa brillante de conciencia» que rodea a los seres humanos, dejando solo una estrecha franja que es el epicentro de nuestra autorreflexión. Mantienen a los humanos dóciles y débiles dándonos su mente —una instalación ajena llena de contradicción, codicia y cobardía— y luego se alimentan de los destellos de conciencia producidos por nuestros problemas absurdos y egocéntricos. Don Juan afirma que el único disuasivo es la disciplina, que vuelve la conciencia de un hechicero desagradable. El objetivo final es agobiar la «mente del volador» con el silencio interno hasta que huya permanentemente. Para darle a Castaneda una experiencia directa, don Juan lo guía para «ver» a un volador desde un estado de silencio interno, lo que resulta en un aterrador encuentro con una gigantesca y saltarina «sombra de lodo» que deja a Castaneda física y emocionalmente destrozado, llorando por la impotencia de la humanidad.