Don Juan concluye sus enseñanzas reuniendo a su grupo y aprendices en la cima de una montaña, preparándolos para su partida final hacia la conciencia total. Enfatiza que la manipulación del intento a través de órdenes sobrias, junto con el silencio interno, es clave para desplazar los puntos de encaje. Esta maniobra, vital para los nuevos videntes, les permite alcanzar la libertad total escapando del Águila, a diferencia de los viejos videntes que solo se desplazaban a otras posiciones de ensueño para retrasar la muerte. Don Juan aclara que la libertad es el don del Águila, alcanzable con suficiente energía y una vida de impecabilidad. Castaneda, Pablito y Néstor, junto con otros aprendices, reciben entonces la instrucción de saltar a un abismo desde la conciencia normal. En lugar de morir, Castaneda (y los demás) desplaza su punto de encaje y ensambla otro mundo, sobreviviendo así al salto. El epílogo termina con Castaneda dándose cuenta de que él y sus compañeros aprendices han sido dejados para integrar su conciencia acrecentada, enfrentando profundas preguntas sobre el destino del hombre, y esperando la energía para aceptar ellos mismos el don último de la conciencia total.