Nuestras convicciones racionales, las afirmaciones que hacemos sobre el mundo, pueden parecer inofensivas, pero son la línea divisoria entre la claridad y el poder.
Desde la perspectiva de la claridad, nuestras convicciones pueden parecer meras constataciones imparciales sobre la realidad.
Pero al reafirmarlas, estamos, de forma nada consciente, DECRETANDO la realidad que percibimos,
por no comprender realmente aún que es LA POSICIÓN DEL PUNTO DE ENCAJE LA QUE DETERMINA LA REALIDAD QUE PERCIBIMOS Y EXPERIMENTAMOS.
Esto no es una metáfora. Es literalmente la mecánica operando todo el tiempo, a cada instante, en nuestra experiencia de realidad.
Las reafirmaciones que hacemos no tienen nada de inofensivas e imparciales. Son comandos que posicionan y mantienen alineado nuestro punto de encaje en una cierta perspectiva y efectivamente CREAN esas experiencias para nosotros mismos.
Es una manera a menudo ciega y desprovista de conciencia de usar el Poder para crear y recrear una serie de experiencias similares. En un ciclo potencialmente sin fin, pues las experiencias refuerzan las convicciones, y las convicciones, fortalecidas, fijan el punto de encaje con más fuerza, produciendo así cada vez más claramente una cierta linearidad de experiencias.
Es lo que se podría llamar muy precisamente en este caso profecías autocumplidas. La claridad es una profecía autocumplida.
Y no le parecerá así a quien está lidiando con ella, desde dentro.
Parecerán solo constataciones honestas e imparciales sobre el mundo, venidas de la propia experiencia, de aquello que se percibe. Parecerá ilógico o supersticioso siquiera cuestionar esas convicciones.
Es exactamente ese el obstáculo que la Claridad impone.
Por eso, antes que nada, si se quiere de hecho superarla, es preciso considerarla, como fue dicho, casi como un engaño.
Solo cuando un guerrero o guerrera está listo(a) para asumir la plena responsabilidad por su experiencia,
para así estar en condiciones de tomar conciencia de la relación de espejo entre su experiencia y su descripción de la realidad, sus creencias, convicciones, expectativas,
es que se puede, realmente, comprender el punto de encaje
y recuperar el poder sobre el propio punto de encaje.
Mientras no esté dispuesto(a) a hacerlo, estará condenado(a) a proyectar la responsabilidad hacia afuera,
y a «desperdiciar», junto con ella, el Poder.
Sintiéndose justificado(a), pero impotente, o bien fingiendo una falsa potencia.
La racionalidad no impone cadenas.
Somos nosotros quienes elegimos encadenarnos a ella. La racionalidad necesita ser percibida como lo que es: una creencia.
No una verdad.
Apenas una descripción.
Apenas un punto ante la vista.
Una elección, que se está haciendo.
Una elección que puede ser cambiada.
Sin depender de la autorización de la razón.
Por la fuerza de la propia Voluntad.
En ese momento, mover el punto de encaje puede dejar de ser una tarea monumental y ardua, o algo accidental y aparentemente provocado por las circunstancias.
Y podemos reconectarnos con esto en nosotros que ELIGE la posición de nuestro punto de encaje.
Y entonces el Poder incalculable que siempre ha estado aquí, volverá a ser percibido como algo concreto, real, al alcance de las manos, al alcance de la propia Voluntad.
J. Christopher