Cuando un guerrero supera la Claridad,
él despierta, recupera y comienza a hacer funcional,
algo que antes estaba dormido, olvidado, y ofuscado por ella y por el Miedo:
su segunda atención, su percepción nagual.
«Hay un poder incalculable al alcance de nuestros dedos», dijo el nagual Juan Matus,
y es a partir de este momento que el poder comienza realmente a convertirse en algo palpable.
Esa constatación puede ir creciendo poco a poco.
Hasta que, eventualmente, más allá de cualquier duda, el guerrero se da cuenta de que todas las posibilidades, incluso aquellas que parecían imposibles para su
racionalidad, están efectivamente a su alcance.
Percibirá, como fue dicho, que este no es un poder de simulación.
Lo que los toltecas llaman segundo círculo de poder, o segunda atención, es el manejo del cuerpo energético.
Una capacidad ampliada de manejar el propio vínculo con la fuerza ilimitada que es llamada Intento.
El caminante se torna entonces un hechicero o hechicera: alguien capaz de hazañas que desafían la lógica de la razón.
Como diría el nagual Juan Matus, la persona comienza calculando riesgos, y termina estableciendo reglas.
Se percibirá siendo capaz de afectar las circunstancias a través de la segunda atención, y con eso podrá entrar en un nuevo tipo de ilusión.
Es posible que, en esta hora, la persona pierda su sobriedad y deje que el tonal asuma las riendas de este poder.
Actuando así, se entregará a sus caprichos, y el poder se tornará una carga.
Ciego, no más por la claridad, sino por la ilusión de que su tonal realmente sabe cómo controlar el poder que obtuvo.
Y tal vez ciego, también, por la propia idea de estar afectando el mundo a su alrededor.
Al sumergirse en la ilusión del poder, la persona deja de aprender, y no llega realmente a Conocer.
Desafiar el poder, requiere, como alertan los nuevos videntes, percibir que el poder no es realmente nuestro, en cuanto tonales.
Es, antes de todo, el tonal quien pertenece al poder.
El nagual es quien guía, y es el aspecto de nuestra totalidad realmente apto para orientar nuestras elecciones.
Todo enemigo en el camino del conocimiento es una amenaza que se apoya en la importancia personal.
El desafío del poder es que el hombre o mujer llegue a la realización de que su tonal no es capaz de saber con exactitud cuál escenario es el mejor para sí, y para los otros.
El tonal no sabe cómo y cuándo sería la mejor manera de que las cosas ocurran.
Y por lo tanto, no está capacitado para controlar el poder.
Al realizar eso, y dejar la carga del control de lado, el tonal estará apto para oír la guía del nagual.
A discernir la voz del nagual en su corazón, no en su mente.
A discernir sus indicaciones a través de señales y sincronías.
Y a saber así, dónde y cómo aplicar su intento y actuar, funcionando ahora en sintonía con el nagual.
En este punto el poder estará bajo control: no más del tonal, sino del ser total.
— J Christopher