El Molde del Hombre – El Fuego Interno
Don Juan concluye su explicación del dominio de la conciencia asignando a Castaneda la tarea de romper la barrera de la percepción sin ayuda, enfatizando que un fracaso reduciría su aprendizaje a meras palabras. Describe la barrera como una «pared de niebla» y la importancia de un estado sin diálogo interno para que el punto de encaje se mueva. La verdadera clave para desplazar el punto de encaje, revela don Juan, es el propio dominio de la conciencia, que libera el punto al descartar el inventario de uno. Luego instruye a Castaneda a ver el molde del hombre, un paso crucial para liberar todos los lazos de su punto de encaje. Castaneda recuerda una experiencia previa de ver el molde del hombre como una luz radiante y una deidad masculina, una «visión fortuita» que don Juan aclara como un «prototipo estático de la humanidad sin ningún poder». Lucha con las implicaciones sacrílegas pero finalmente se convence por una experiencia directa del molde como una luz ámbar infinita, sintiendo un afecto profundo y desinteresado. Don Juan explica que tales desplazamientos, especialmente los inducidos por las plantas de poder, resaltan la naturaleza provisional de la percepción. Aclara que ver el molde como un hombre es un desplazamiento lateral, mientras que verlo como luz (lo que Castaneda logra de forma independiente) significa un desplazamiento más profundo y significativo en la sección media de las emanaciones del hombre, lo que lleva a una comprensión profunda e imparcial de su verdadera naturaleza como patrón, no como creador.