En este capítulo, Carlos Castaneda relata sus primeros encuentros formales con los guerreros del grupo de don Juan, los cuales están estructurados como una serie de introducciones correspondientes a los cuatro puntos cardinales. Cada reunión es una experiencia extraña y a menudo desconcertante, diseñada como una lección de acecho y locura controlada, que lo obliga a confrontar su propia importancia personal y sus nociones preconcebidas. Castaneda es presentado a una multitud de individuos únicos y poderosos, incluyendo a los ensoñadores y acechadores que custodian las puertas del mundo del Nagual, al enigmático líder Silvio Manuel, y a Florinda, quien es designada como su futura guía en el arte del acecho.