plantas de poder

Grandes Bandas de Emanaciones – El Fuego Interno

Don Juan continúa su explicación sobre la conciencia, introduciendo el concepto de las grandes bandas de emanaciones. Explica que las emanaciones del Águila se agrupan en 48 bandas en la Tierra, de las cuales 8 producen conciencia (una orgánica y siete inorgánicas). Desarrolla los tres «haces» de conciencia (beige-rosado, melocotón y ámbar) que se entrecruzan en estas ocho bandas, estando el ser humano conectado al haz ámbar. Don Juan enfatiza que la verdadera comprensión proviene de la visión directa, más que de un simple inventario. Describe a los seres inorgánicos y sus características únicas, contrastándolos con la vida orgánica. La conversación luego se dirige a la naturaleza de los diferentes mundos ensamblados por el punto de encaje y cómo el exceso de energía permite a un vidente percibir otras bandas. Don Juan también discute la relación especial entre el hombre y las plantas, señalando las variadas posiciones de sus puntos de encaje y cómo los viejos videntes explotaron esto para la brujería, a menudo transformándose para acceder a reinos más profundos. Concluye destacando el enfoque aberrante de los viejos videntes en romper las barreras perceptivas, incluso a través de transformaciones peligrosas, algo que los nuevos videntes evitan en gran medida.

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El Molde del Hombre – El Fuego Interno

Don Juan concluye su explicación del dominio de la conciencia asignando a Castaneda la tarea de romper la barrera de la percepción sin ayuda, enfatizando que un fracaso reduciría su aprendizaje a meras palabras. Describe la barrera como una «pared de niebla» y la importancia de un estado sin diálogo interno para que el punto de encaje se mueva. La verdadera clave para desplazar el punto de encaje, revela don Juan, es el propio dominio de la conciencia, que libera el punto al descartar el inventario de uno. Luego instruye a Castaneda a ver el molde del hombre, un paso crucial para liberar todos los lazos de su punto de encaje. Castaneda recuerda una experiencia previa de ver el molde del hombre como una luz radiante y una deidad masculina, una «visión fortuita» que don Juan aclara como un «prototipo estático de la humanidad sin ningún poder». Lucha con las implicaciones sacrílegas pero finalmente se convence por una experiencia directa del molde como una luz ámbar infinita, sintiendo un afecto profundo y desinteresado. Don Juan explica que tales desplazamientos, especialmente los inducidos por las plantas de poder, resaltan la naturaleza provisional de la percepción. Aclara que ver el molde como un hombre es un desplazamiento lateral, mientras que verlo como luz (lo que Castaneda logra de forma independiente) significa un desplazamiento más profundo y significativo en la sección media de las emanaciones del hombre, lo que lleva a una comprensión profunda e imparcial de su verdadera naturaleza como patrón, no como creador.

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