acecho

La fijación del punto de encaje – El Arte de Ensoñar

En este capítulo, don Juan introduce el concepto del «acecho» como el arte de fijar el punto de encaje, lo cual es crucial para lograr la «cohesión» perceptual en los nuevos mundos a los que se accede a través del ensueño. Explica que la misteriosa voz que Castaneda ha estado oyendo en sus sueños es el «emisario del ensueño», una energía consciente pero impersonal del reino de los seres inorgánicos, en la que advierte no confiar. Para ilustrar la larga y compleja historia de las interacciones de los brujos con tales fuerzas, don Juan cuenta la historia del «inquilino», un brujo desafiante de la muerte de la antigüedad que sobrevive durante milenios formando una relación simbiótica y de drenaje de energía con su linaje de naguales. El capítulo culmina con Castaneda realizando un ejercicio práctico de acecho de la percepción, utilizando un mezquite para fijar un minúsculo deslizamiento de su punto de encaje, lo que lo sumerge en otro mundo completamente sensorial y resalta la diferencia entre «lo desconocido humano» buscado por los antiguos brujos y «lo desconocido no humano», que es el objetivo de los modernos.

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El Acecho, el Intento y la Posición de Ensueño – El Fuego Interno

Don Juan continúa sus enseñanzas sobre el dominio de la conciencia, introduciendo las tres piedras angulares de las prácticas de los nuevos videntes: el dominio del acecho, el dominio del intento y el dominio del ensueño. Explica que el acecho, un control sistemático del comportamiento, desplaza sutilmente el punto de encaje y fue desarrollado de manera única por los nuevos videntes para tratar con las personas. El dominio del intento implica comprender y guiar deliberadamente la «voluntad», la energía de alineación que da forma a la percepción. Don Juan luego se explaya sobre el ensueño, revelándolo como la forma más efectiva de mover el punto de encaje, comenzando con su desplazamiento natural durante el sueño. Detalla los peligros del ensueño, enfatizando la necesidad de la sobriedad y el camino del guerrero para cultivar la fuerza interna necesaria para guiar el desplazamiento del punto de encaje en los sueños. Castaneda presencia el cuerpo de ensueño de Genaro en acción, una masa luminosa no humana, y aprende que el verdadero dominio permite despertarse en diferentes «posiciones de ensueño». El capítulo subraya que la impecabilidad y el intento inquebrantable son clave para lograr estos desplazamientos y el pleno potencial de un guerrero, permitiendo incluso el ensueño colectivo entre videntes.

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