La fijación del punto de encaje – El Arte de Ensoñar
En este capítulo, don Juan introduce el concepto del «acecho» como el arte de fijar el punto de encaje, lo cual es crucial para lograr la «cohesión» perceptual en los nuevos mundos a los que se accede a través del ensueño. Explica que la misteriosa voz que Castaneda ha estado oyendo en sus sueños es el «emisario del ensueño», una energía consciente pero impersonal del reino de los seres inorgánicos, en la que advierte no confiar. Para ilustrar la larga y compleja historia de las interacciones de los brujos con tales fuerzas, don Juan cuenta la historia del «inquilino», un brujo desafiante de la muerte de la antigüedad que sobrevive durante milenios formando una relación simbiótica y de drenaje de energía con su linaje de naguales. El capítulo culmina con Castaneda realizando un ejercicio práctico de acecho de la percepción, utilizando un mezquite para fijar un minúsculo deslizamiento de su punto de encaje, lo que lo sumerge en otro mundo completamente sensorial y resalta la diferencia entre «lo desconocido humano» buscado por los antiguos brujos y «lo desconocido no humano», que es el objetivo de los modernos.
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